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Otras miradas sobre la Revolución de Mayo

Nuevos enfoques historiográficos desde el contexto latinoamericano. Una mirada comparativa e integrada

Un punto en común: la crisis como origen del cambio

Aquellos hombres y mujeres de Mayo fueron sorprendidos por la crisis de la monarquía hispana, que se inició en 1808 con la desaparición de la figura del rey (Fernando VII) y provocó un terremoto en todo el imperio español, a ambos lados del Atlántico.

Los actores políticos de entonces, como en toda crisis, plantearon el problema con dos interrogantes: – ¿Quién tenía derecho a gobernar? – ¿En nombre de quién?Había llegado la hora de definir racionalmente cuál era la fuente del poder político.

De la misma manera, aunque en distinto contexto, nos preguntamos hoy ¿Cómo va a ser el mundo después del Covid-19?

Allá, hace más de dos siglos la crisis generó incertidumbre, confusión e, incluso, temor. Hoy, acá, otra vez está presente la incertidumbre de cara al futuro, cuando no es un rey el que desapareció, sino miles y miles de gentes de todas partes sin distinción.

Ahora bien, desde fines del siglo XX se llegó a la conclusión que la historia no es una ciencia estática, sino que se nutre de nuevos temas y enfoques.Y es la investigadora del CONICET, Noemí Goldman, directora del Instituto de Historia Argentina y Americana “Doctor Emilio Ravignani”, quien logró establecer una nueva manera de reconstruir la historia, sobre todo lo que atañe a las Revoluciones Modernas, entre ellas la Revolución de Mayo de 1810.

A modo de introducción

Los procesos revolucionarios ya no se analizan de forma aislada y en relación al surgimiento de la nacionalidad de cada país, sino desde una perspectiva global y comparada.

Las revoluciones no fueron procesos autónomos de cada virreinato, sino expresiones del cambio dentro de todo el imperio español y del espacio atlántico.

Por eso es necesario abordar la Revolución de Mayo de 1810 mediante un estudio comparado de todas las revoluciones.Primer aporte: ¿Había nación?En primer lugar es preciso preguntarse: ¿Qué hay que entender?Estas revoluciones, entre ellas la de Mayo de 1810, no significaron el inicio de una nacionalidad, no se hicieron para fundar una nueva nación.

En 1810 los sentimientos identitarios más fuertes se vincularon con “América” y, recién a partir de ese acontecimiento hasta 1853 se van a ir afirmando, en este orden, las identidades locales, la identidad americana y recién después la identidad argentina propiamente dicha.La cuestión identitaria en las Provincias Unidas del Río de la Plata no predominó como una identidad argentina, sino que los actores de la revolución se identificaron con su pertenencia a América y a las comunidades locales.

Es más, la independencia (1816) no se declaró en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sino de las Provincias Unidas de Sudamérica.Los patriotas pensaban que la independencia podía conducir a la creación de un Estado-Nación que reuniera a todos los territorios de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que incluía el Alto Perú, la Banda Oriental, Paraguay, incluso Chile y parte del virreinato de Perú.Fue el mismísimo general José de San Martín quien impulsó la creación de una “Patria Grande”.Incluso Manuel Belgrano imaginó la conformación de una monarquía que pudiera recuperar la tradición y el linaje incaico para gobernar esta nueva unidad, al mismo tiempo que propuso que la capital se estableciera en Cuzco.

En ellos nunca fue una idea descabellada: el horizonte territorial no se agotaba solo en la Argentina actual, sino en la integración de todos los territorios de América del Sur.¿Por qué no se logró? ¿Por qué aún estamos en deuda con la propuesta sanmartiniana?Seguramente la respuesta la encontraremos cuando profundicemos la acción política desplegada por Inglaterra, la segunda gran potencia que emergió tras la caída del imperio español, cuya finalidad no fue integrar territorios, sino dividir para someter a los pueblos latinoamericanos.

Segundo aporte: Nuevos conceptos políticos

¿Qué significaban en 1810 los conceptos “Pueblo, Constitución, Patria, Derechos y Ciudadanía”?- Nación: Durante el período comprendido entre la Revolución de 1810 y el gobierno de Bernardino Rivadavia (década del 1820), “Nación” no era sinónimo de “identidad nacional”.

Este concepto recién se construyó a partir de la “Generación del ‘37”.Para los patriotas “Nación” tenía un sentido estrictamente político y no un sentido étnico, ni histórico, ni religioso. Por entonces, “Nación” era el resultado de un pacto o negociación abierta y voluntaria entre distintos colectivos, ciudades o provincias que decidían crear un Estado-Nación.- Opinión pública: Este concepto no significaba expresión masiva y plural, sino que hacía referencia a la opinión que expresaban los letrados mediante discusiones racionales, por lo que era el parecer de la elite intelectual, la única que estaba en condiciones de hacer conocer lo que pensaba. El resto no tenía palabra que decir.- Pueblo: En 1810 una ciudad con cabildo era un pueblo. Mientras tanto, un “vecino” era un padre de familia con “casa poblada” (con familia) en la ciudad. Mientras que un español soltero, mayor de edad, no era considerado “vecino”.

Tampoco lo era un habitante del campo, el cual no estaba integrado políticamente a la ciudad y, por lo tanto, no podía elegir ni ser elegido para integrar el cabildo. Precisamente, uno de los principales aportes de la Revolución fue la creación de un sistema representativo que gradualmente fue otorgando derechos de ciudadanía a quienes estaban excluidos dentro del sistema colonial. Bernardo Monteagudo, muy cercano a San Martín, fue quien más reclamó estos derechos durante 1811 y 1812. Pero recién será en 1815, con la redacción y aprobación del Estatuto Provisional para la Dirección y Administración del Estado (texto preconstitucional) que se introducirá por primera vez el concepto “Ciudadano”.

Es este Estatuto el que a va permitir la extensión de los derechos de “vecindad” a los residentes del campo, aunque, claro está, seguirán excluidos quienes trabajan en relación de dependencia, los jornaleros, los domésticos (muchos de ellos descendientes de esclavos africanos) y las mujeres.

Tercer aporte: Las influencias o las traducciones

Pese a que siempre se propuso que los filósofos y pensadores de la Ilustración “influenciaron” a los patriotas, desde hace unas tres décadas los investigadores prefieren mencionar el concepto “traducciones”, como principal plataforma de las “nuevas ideas”.

Es así que una nueva perspectiva metodológica permite sostener que no existió una relación entre un emisor (el pensador o filósofo ilustrado) y un sector pasivo (los patriotas) que fueron meros receptores de las “nuevas ideas”. Lo que hubo, en cambio, fue una reproducción de los lenguajes políticos que hoy obliga a estudiar acerca de cómo fueron recibidos, leídos y reelaborados (o traducidos) los textos por quienes fueron los receptores.

Es decir, lo que se debe tener presente es que los hispanoamericanos que recibieron esos nuevos modelos, se apropiaron de ellos y los recrearon.Ahora bien, la recepción nunca fue pasiva y los modelos tampoco fueron puros, además que no se corresponden con la realidad del lugar donde esos modelos se aplicaron. Por eso hay que averiguar sobre cómo llegaron las nuevas ideas, bajo qué formatos, en qué idiomas se conocieron en el Río la Plata y cómo los contextos particulares resignificaron esas ideas que provinieron desde Europa y Estados Unidos.

Por ejemplo, los ensayos sobre la Constitución inglesa llegaron al Río de la Plata a través de traducciones en francés, dado que los patriotas leían más en francés que en inglés, a la vez que eran autodidactas ya que no existían, por entonces, escuelas de lengua. Asimismo, muchas traducciones llegaban de España, por lo que los textos no eran puros; es decir, los textos sobre las “nuevas ideas” eran conocidos en el Río de la Plata a través de traducciones que, en muchos casos, eran elaboradas por los mismos españoles.

Por otro lado, muchos traductores resultaron ser los propios patriotas, por lo que ellos fijaban su posición en los textos y los readaptaban.Por todo esto es que hay que tener en cuenta la forma en que esas “influencias” (ideas, conceptos, proyectos y modelos políticos) llegaron al Río de la Plata.

Cuarto aporte: la figura de Mariano Moreno

Ante la acefalía real el 22 de Mayo se reunió, con carácter extraordinario, el Cabildo Abierto, asamblea a la que fueron invitados los principales “vecinos” de la ciudad, denominados “la parte más sana del vecindario”.Si bien fue una convocatoria amplia, nunca llegó a ser el producto de una elección popular.

Fue en ese cabildo que se estableció que el poder retrovierte en el pueblo, por lo cual se pidió que se constituya una Junta (tal como ocurría en ese momento en las distintas regiones de España).Es entonces cuando emergió una gran discusión: ¿Una Junta con el virrey (posición que sostenían varios cabildantes) o una Junta sin el virrey (posición que pretendían los patriotas que integraron un movimiento popular), de acuerdo a lo que quedó expuesto en la circular que firmaron 400 vecinos, milicianos y miembros de la plebe urbana.

Fue este movimiento el que, “por sí y a nombre del pueblo” presentaron una lista con nueve miembros donde el virrey estaba excluido: fue la Primera Junta que, entre otros, propuso a Mariano Moreno como secretario de Gobierno y de Guerra.Moreno será una figura clave para resolver la crisis y lo hizo a través de la reflexión pública en sus discursos de noviembre y diciembre de 1810 cuando se refirió enfáticamente a la condición colonial de Hispanoamérica.

Para Moreno no hay dudas que el momento político que se vivía era particular y muy crítico. Pero no se queda en el diagnóstico: recoge las ideas de Rousseau y utiliza la figura del “pacto de la sociedad” o “contrato social” como vía para superar la crisis. Es Moreno quien calificó de “falso” el contrato del rey y los pueblos, porque “fue producto de una conquista violenta”.

Totalmente convencido dijo Moreno que es “el pueblo el que tiene el derecho de decidir sobre su forma de gobierno, porque antes de darse un rey, el pueblo ya era pueblo y la soberanía política originalmente reside en el pueblo”.

En definitiva, Moreno aspiraba a que se reuniera un Congreso Constituyente para decidir sobre la creación de un gobierno propio en base a una nueva Constitución que él consideró que debía tener carácter republicano.Moreno es el primero en darse cuenta que era un error, o al menos una ambigüedad, que se haya formado una Junta en nombre de Fernando VII, toda vez que, de esa manera, no quedaba cuestionado el origen del vínculo y la dependencia y, en consecuencia, no habría de producirse una verdadera revolución.

Por otro lado, fue Moreno el primero en pronunciar públicamente la palabra “emancipación” cuando dijo, en los discursos de fin de 1810: “Quizás no se presenta situación más crítica para los pueblos que el momento de su emancipación”. A Moreno lo acompañó Juan José Castelli, quien no ocultó su propósito independentista cuando, pese a no ser militar, encabezó la primera expedición al Alto Perú, a la vez que promovió la libertad de los indígenas.ConclusiónLa Revolución de Mayo de 1810 es un punto de inflexión.

Es un quiebre en nuestra historia. Es el momento que va a dar origen a la emancipación, la “hora señalada”, según Mariano Moreno, pero también al proceso que tiene como destino la creación de un Estado-Nación. Desde entonces empezamos a ser una comunidad autónoma la cual, años después, nos va a conducir a ser una nación independiente.

Profesor Omar Tunut

Instituto Secundario Bernardino Rivadavia

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